Vagabunderías... ese deambular
A Mario Jaramillo lo conocí por la presentación de su novela “El mar de Camus” en la primera publicación de Taller de Edición Rocca (“Albert Camus y su viaje clandestino a Menorca” que nos llevó a tomar varios cafés y a conversar muchas veces durante estos años. Me habló de su libro de cuentos “Vagabunderías” publicado en el 2007 pero no pensé que fuese a encontrar el libro este final de año, cuando me dedicaba a revolotear por las librerías de usado.
Mi sorpresa fue mayúscula pues
sabía de su extinción, sabía por boca del autor que sería de mi interés pero no
esperé que se convirtiera en una deliciosa lectura para este cruzar de año
impío, cruel e invernal.
Editado por Seix Barral en el año
2007, es un libro de cuentos de vagabundos o pordioseros en diferentes ciudades
(Madrid, Nueva York, Atenas, Boston, Bogotá, etc.) escogidos secuencial y
temáticamente para tejer un hilo conductor que proporciona la clara sensación
de estar hablando de un solo cuento y de una novela. Hoy no tengo la menor duda, el libro es la
antesala de la novela sobre Camus mencionada, y no por su tema e historia, sino
porque es el ejercicio narrativo que le dio tono a la novela: los ojos de un
narrador en primera persona deambulan junto con los de otro personaje que se
sitúan a la misma altura para interrogar el mundo, para describir calles y
recodos, tabernas y escondrijos, secretos y señas clandestinas.
Pero aquí, en el libro de cuentos
“Vagabunderías” el éxito está en la sorpresa. Todos absolutamente, los
seis cuentos, llegan a final inesperado. “El vago de Harvard”, que más
me cautivó, posee dos narradores inteligentes que desde dos posiciones
distintas se reconocen, comparten opiniones y posturas filosóficas y
académicas, desconfían entre sí de sus afirmaciones, se vigilan, se compadecen
en ocasiones, y se construye una larga historia donde la temática diversa hace
pensar en una novela corta con un final tan inesperado, como genial.
“El otro vago” transcurre
en otra universidad y en la ciudad de Bogotá, con un personaje conocido por los
lectores criollos pero, la manera se deambula la ciudad no la hace parroquial,
por el contrario una trama compleja de corte estudiantil pone comicidad,
suspenso y crítica al éxito social del profesional de nuestra capilla
latinoamericana.
El cuento delicioso, por la
belleza de esa mujer tan cercana a las diosas griegas, por la forma de ser
descrita junto al paisaje, el mar, las ruinas antiguas y el reflexionar
filosófico de un narrador ingenuo, estudiante y luego profesor de la Universidad
de Nueva York es “Di-vago”, juego de palabras, súplica suya, acción
temeraria, ridiculez a veces, muestra del dominio de la acción y del gremio
vagabundo, pero sobre todo la maestría del autor de sacar provecho de cada
viaje, de cada mirada, de cada resquicio donde la literatura se asoma, a veces
sin darnos cuenta.
“El vagamundo”, “Vagamente
pordiosero”, “El mendigo de Estambul”, no se salen del cuadro que ya he
señalado: una cuidadosa escritura, un entrecruce de discursos entre los
personajes y su reflexionar, un casi respeto a la secuencialidad pero para
hacer impactante el morderse la cola.
No tengo la menor duda que de los
tres libros con los que pasé esta frontera temporal de fin de año, este me
afirmó la confianza en mí generación de escritores ya serenos, que saben para
qué sirve un lápiz pero sobre todo un buen papel.
(C. Torres, enero 4 de 2025)
https://letralia.com/lecturas/2023/06/25/el-mar-de-camus-de-mario-jaramillo/
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