Si de batallas se trata… Baena fue el experto

 



El siguiente texto se publicó en la Revista "Razón Pública" el pasado 13 de abril de 2025, y se puede encontrar en la siguiente dirección: https://razonpublica.com/batallas-se-trata-baena-fue-experto/


"Tanta sangre vista" la primera novela de Rafael Baena (1956-2015) fotógrafo, periodista, escritor, … publicada en el 2007 por Alfaguara Editores y que acabo de leer, ahora que van cumplirse diez años de la muerte de su autor.

Baena, a quién recordamos por sus fotografías como reportero durante la toma de la Embajada de la República Dominicana en Bogotá por el M19; por su largo trabajo periodístico; por sus novelas: “Vuelvan caras, carajo” (2009), “La bala vendida” (2011), “La guerra perdida del indio Lorenzo” (2015) y otros textos póstumos como “Ciertas personas de cuatro patas”; por la inolvidable charla que realizó en la Librería Luvina, diez días antes de su muerte, cuando en medio de sus dificultades de salud, habló de las guerras del país, del indio Lorenzo, de caballos, del periodismo, de la verdad y la verosimilitud.

"Tanta sangre vista" me permitió leer de nuevo una novela de acontecimiento, de hombres de palabra, de pasión, de amores profundos, leales y valientes. Novela ágil, bien escrita, que relata las batallas que precedieron y el final de la guerra de los mil días hasta la muerte del general Uribe Uribe.

Novela de guerras, de macheteros y viejos fusiles, batallas perdidas, firmas de paz, nuevas revueltas y traiciones en los llanos orientales. No rural del todo, pues también narra la vida en la capital del país a comienzos del siglo en una ciudad de niebla fría y lodo, con una burguesía comerciante que se ajustó en el congreso de la república para fidelizar sus negociados y dirigir la conveniencia de los gobernantes. Una novela sobre los acontecimientos de comienzos de siglo que se han repetido una y otra vez a lo largo de las décadas hasta nuestros días. Novela actual, abierta, que juega con el tiempo y las historias que se cruzan, imposible de abandonarse pues habla de eso que fuimos y somos nosotros.

Un poema de Kavafis antecede la novela de Baena, que comienza: “Apenas el viento barrió con la neblina tensé las bridas de Marengo, clavé los talones en sus ijares y escuché tras de mí el ladrido rabioso de cien gargantas tragándose a bocanadas la humedad de la mañana mientras nos lanzábamos colina abajo”. Este comienzo sobre los lomos de caballos descendiendo la colina me recuerda el inicio de otro texto similar sobre la misma batalla interior y otra guerra, sólo que muy lejos, cuando Mijaíl Bulgákov inicia ese libro suyo "Diario de un joven médico", dice: "Quién no ha cabalgado por perdidos caminos rurales no está en condiciones de hacerse cargo de nada de lo que le cuento".

Esto es lo que hace Baena: llenarnos de sudor la piel, manchar con sangre nuestras ropas, acompañar al protagonista, un ingeniero civil (Enrique Arce) que toma las armas y se junta con las guerrillas liberales de Arturo Almagro, organiza el batallón de caballería y es derrotado por el ejército oficial conservador en la gran batalla de los Llanos Orientales. Firma la paz y se casa con Camila Almagro, quién como una nueva Doña Bárbara construye un imperio donde, sin que ella lo advierta, se suceden secuestros, extorciones, se esconden grupos armados de derecha mientras el fuego intenso, al interior de esta familia en la capital y en el llano adentro, urde en pasiones, intrigas, mentiras y la muerte.

Narrada en su mayor parte en primera persona permite estar en la vanguardia del acontecimiento, al filo de la violencia y la pasión, al tanto de la lealtad y la palabra. Alterna en el tiempo dos historias del mismo protagonista (Enrique Arce): una, el hombre que se lanza a la guerra, descrito de cuerpo y alma entera, y otro, el viejo retirado del combate, con su nieto Ricardo que aprende de aquel los mismos valores que le conducen a iniciar otra guerra. Las historias con diferencia temporal se alternan de un capítulo a otro y permiten que el lector arme una epopeya nacional que colinda con tantas novelas escritas sobre el tema en Colombia desde “Cien años…”, “En esta borrasca formidable”, “los ejércitos”,  “Cóndores no se entierran todos los días” y muchas otras.

Me gustaron sus licencias poéticas y amorosas, la discreción para hablar de otras novelas apenas con una sugerencia, para que sean advertidas por lectores juiciosos, la reflexión de Enrique Arce en la última frase de la novela: “… si en el pasado nosotros hubiésemos hecho lo mismo que el enemigo, ¿Dónde habría estado la diferencia?”.

No deseo recomendar más su lectura… ¡salud recordado Rafael y estimada Amalia!


(Carlos Luis Torres, marzo 8 de 2025) 





Comentarios

Entradas populares de este blog

El Maestro y Margarita de Bulgákov

Poemas para Palestina.

Los primos de la Peri Rossi...