Dos novelas contemporáneas sobre el canal de Panamá.
El siguiente texto se publicó en la Revista "Razón Pública" el pasado 20 de enero de 2025, y se puede encontrar en la siguiente dirección: https://razonpublica.com/dos-novelas-contemporaneas-canal-panama/
En varias oportunidades el presidente Donald Trump ha
manifestado su intención, lo señaló así en su discurso de posesión, de
apropiarse nuevamente (los Estados Unidos de américa) del Canal de Panamá. Este
tema de soberanía va a ser un punto candente en los próximos días pues el deseo
expansionista y pretensión de ser el país con mayor poder e intervención
financiera en el planeta, hará acrecentar odios y afectos, propiciar guerras y obligará
tomar posiciones políticas y económicas en el mundo entero.
Para Colombia el Canal de Panamá ha sido un tema de
casi siglo y medio, pues fue dentro de la República de Colombia cuando una
compañía francesa dio inicio a la construcción del ferrocarril entre Ciudad
Colón y Panamá y a las obras del canal, que en ese entonces era un proyecto de
construcción a nivel y no en esclusas, tal vez por el entusiasmo que despertó
la construcción del canal del Suez.
A comienzos de 1.900 los Estados Unidos propiciaron la
luchas por la independencia de Panamá, respaldaron a los independentistas con
barcos de la marina, sobornaron las condiciones del tratado del Canal,
compraron embajadores y gobernantes y otorgaron una ridícula indemnizaron al país por haber cedido buena
parte de nuestro territorio para que luego una firma norteamericana construyera
y lo explotara por cien años, al cabo de los cuales se lo entregaría a la
República de Panamá, como se hizo el 31 de diciembre de 1999. Hoy se pone en
tela de juicio el tratado Torrijos-Carter que posibilitó la entrega de este
paso que soñaron desde Balboa, todos los hombres que se asomaban al istmo y
oteaban un hermoso paisaje y un gigante negocio para cualquiera que poseyera
estas tierras.
Mucho se ha escrito sobre el tema: ensayos políticos,
análisis financieros, proclamas, novelas y poemas (1). En los
últimos años varias novelas colombianas han tocado el tema: “Historia
secreta de Costaguana” de Juan Gabriel Vásquez y “La guerra perdida del
indio Lorenzo” de Rafael Baena, entre otras.
La primera, “Historia secreta de Costaguana”, Alfaguara
2007, narra la historia de José Altamirano y de su padre Miguel a través de la
voz del hijo en primera persona, quién como un narrador oral cuenta diferentes
episodios personales y colectivos alrededor de las guerras de final de siglo en
nuestro país, pero fundamentalmente la novela es la búsqueda de su padre en
Panamá, a dónde viaja y con los breves datos suministrados por su madre, Antonia
de Narváez, le encuentra, y acompaña durante varios años en su labor
periodística, presencia las luchas de los independentistas, la construcción del
ferrocarril y el derrumbe del primer proyecto de los franceses de construcción
del canal, pero con detalle describe las diversas tramoyas de los
intermediarios y cónsules norteamericanos para quedarse con el Canal de Panamá.
Novela en la que sucede un encuentro con Joseph Conrad
(escritor polaco) en su fugaz paso por el Caribe, siendo un joven aprendiz de
marinero quién se inaugura traficando armas para los ejércitos conservadores de
Colombia y quién años después, José Altamirano visita en Londres siendo este ya
un novelista importante, y aquel, un hombre que huye de la hecatombe de su
tierra, del desastre de su vida buscando un lugar donde esconderse de sí mismo.
No todo es historia, hay dureza en los acontecimientos
que rodean a Eloísa, la única hija de José Altamirano, en la trágica vida de su
esposa, en el final de su padre, en su siempre y constante fracaso. Novela
excesiva a veces, reiterativa en ese intento por dialogar con el lector a quién
está dirigida la voz del narrador, quién parece, en algunas oportunidades, como
un vendedor de plaza de mercado que juega con el tiempo y que anuncia y reitera
que va a contar un acontecimiento sin decirlo. Lo que sí es notable, es que la
novela posee una gran investigación histórica, un conocimiento de la biografía
y de la obra de Conrad que sorprende y que hoy la novela es, sin dudas, un
material absolutamente valioso para conocer detalles del entorno social,
político y mercantil por el que atravesaba la ya República de Colombia, que
propició, y cuyos gobernantes conservadores permitieron la apropiación del
canal de Panamá.
La otra obra mencionada “La guerra perdida del
indio Lorenzo” de Rafael Baena, novelista, fotógrafo y periodista (fallecido
hace nueve años), fue su última novela (2), que registra con minucia las escaramuzas de las
innumerables batallas que libró en Panamá el Indio Lorenzo, un liberal “pata al
suelo” de un radicalismo natural, de un espíritu combativo y libertario por
lograr la emancipación de sus hermanos.
Esta novela no narra el éxito, como lo dice su título,
relata las pérdidas, y entre tantas, son estas las anteriores a la separación
de Panamá. La novela reconstruye el paisaje social, político, económico que
condujo a la independencia de ese territorio a través de una extensa carta que Vicente
Orduz (terrateniente Santandereano que se sumó al radicalismo liberal), escribe
a su sobrino. Relata la historia del Indio Lorenzo un héroe anónimo, un líder
natural de un grupo de indios armados con palos, machetes y nueve escopetas de
fisto, que se atreven a desafiar, con el sistema de guerrillas y la propuesta
dada por Orduz, el narrador en primera persona de esta historia, de conformar
el primer escuadrón de caballería armada según los consejos de guerra brindados
en los textos del General Antonio Maceo (héroe independentista cubano).
Obviamente el Indio dio la vida defendiendo su tierra, las ideas libertarias y
de igualdad.
El exceso de detalles sobre las escaramuzas de los
diversos bandos liberales, con nombres de generales y personal de tropa,
lugares, caminos, pequeñas poblaciones y conversaciones casi de mensajería para
adquisición de armas y pertrechos, el planeamiento de emboscadas y estrategias
de batalla, hacen que la novela se extienda hasta la monotonía del recuento, y
la reiteración del camino acumulado de las batallas fracasadas de Lorenzo. No
se trata esta de una novela que estimule la ficción, su propósito es dar cuenta
de la investigación del autor sobre el cúmulo de batallas del Indio Lorenzo,
que se suman a la lista en otras obras Rafael Baena sobre el tema: “Tanta
sangre vista”, “Vuelvan caras carajo”, “La bala vendida”, entre otras.
La importancia de las novelas de Bahena sobre las
batallas del siglo XIX está ahí, en la recuperación histórica y para utilizar
sus palabras, cuando le preguntaban por qué había escrito novelas históricas, respondía
siempre que “a los hijos había que explicarles la violencia, y que los orígenes
de la guerra de hoy estaban en las guerras de ayer, en la fundación misma de la
patria” (3).
Estas dos novelas toman hoy relevancia, por un lado,
por connotar a lo largo de todas sus páginas que Colombia y Panamá son un solo
territorio dividido a la fuerza, los mismos hombres lucharon y murieron por la
misma causa; La historia de las guerras en el XIX y comienzos del XX, son
escenarios que posibilitan explicación de las actuales; Pretender el canal por
parte del Gobierno norteamericano es un exabrupto, sin precedentes, al cual
nuestros países deben dar respuesta por ser un aspecto de soberanía mayor.
(1)
Un artículo
publicado en la Revista Libros & letras, hace un recuento de algunas de los
escritos literarios sobre el canal de Panamá.
https://www.librosyletras.com/el-canal-de-panama-una-historia/
Pongo
otros adjunto:
¾ Luna Verde (1941) de Joaquín Beleño
¾ Gamboa Road Gang (1960) de Joaquín Beleño
¾ Curundú (1963) de Joaquín Beleño
¾ Flor de Banana (1965) de Joaquín Beleño
¾ La otra frontera (1966) de César A. Candanedo
¾ Canal Zone (1935) de Demetrio Aguilera Malta
¾ El último juego (1977) de Gloria Guardia
¾ Los nietos de Felicidad Dolores (1991) de Carlos
Guillermo Wilson
¾ No pertenezco a este siglo (1995) de Rosa María
Britton
¾ Manosanta (1996) de Rafael Ruiloba.
(2) El 4 de diciembre de 2015, pocos
días antes de su muerte, Rafael Baena, acepto la invitación de presentar la
novela en la desaparecida librería Luvina, de la cual yo C. Torres, era su
propietario. Rafael llegó con su esposa Amalia Carrillo, quién le ayudaba con
el equipo de oxígeno mientras él hablaba con entusiasmo de batallas y derrotas
y de la importancia de su papel de historiador de las guerras del siglo XIX.
(3) Cita tomada de una semblanza del
autor de la novela, realizada por Sara Malagón:
https://kantaletas.wordpress.com/2016/12/14/un-ano-sin-rafael-baena/
Carlos Luis torres Gutiérrez, Escritor.
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