La novela “La otra selva”....
La novela “La otra selva” del escritor caleño, Boris Salazar, fue publicada en 1991 por Tercer Mundo Editores, luego que fuese premiada por el Concurso de Novela Ciudad de Pereira de aquella época. La novela relata la historia de José Eustasio Rivera, el autor de “La Vorágine” escribiéndola en la ciudad de Nueva York, es decir en la “La otra selva”.
Este año de 2024 hemos celebrado
con grandes conmemoraciones ceremoniales, con publicación de varias ediciones y
temas conexos, además de obras de Teatro y otras adaptaciones los 100 años de
la impresión de esta gran obra de la literatura colombiana, que dio paso a
nuestra modernidad literaria.
Por eso quiero hacer una breve
reseña de “La otra selva”, después de 33 años de publicada porque la
considero un verdadero logro (escrita con las estrategias narrativas de esa
actitud posmoderna que nos encantó) para dar continuidad al drama social,
político, amoroso, ecológico y literario de la “La Vorágine”, que
muestra que la novela de Rivera efectivamente constituye un parteaguas para los
escritores colombianos.
La portada que lleva el cuadro de
René Magritte, “La poitrine”, (Tercer Mundo editores) sirve de imagen a ese
abrebocas de la novela, que es su primer capítulo, el cual comienza relatando
el mismo instante del fin de “La otra selva” que es la muerte de Rivera
en un hospital de Nueva York, igual como sucedió la muerte de Alicia en medio
de la selva lluviosa y húmeda. Lo anterior permite desde el inicio del texto,
el entrecruce de discursos, entre los personajes de “La Vorágine”, como el
propio Rivera (1) que es el protagonista principal de “La otra selva”,
los personajes comunes como Lesmes, quién es capataz traidor, en la primera, y
el intermediario para dar muerte al escritor en la segunda.
Rivera, como sucedió, viaja a
Nueva York para auspiciar la traducción al inglés de su obra, sus posibilidades
de llevarla al cine y avanzar en una segunda investigación con tema de denuncia
política y social como es el petróleo, pues había comenzado a escribir una
novela “La mancha negra” que se extravió entre los múltiples
acontecimientos extraños que le sucedieron al autor y que terminaron en una
muerte cuyas causas aún son imprecisas (2). Los días anteriores a su
hospitalización viajó hasta la playa a despedir al piloto colombiano, (cuenta
la novela de Boris Salazar), y amigo suyo Benjamín Méndez quién haría una
travesía en aeroplano hasta Bogotá, y Rivera viaja para entregarle el
manuscrito de la novela “La mancha negra” … el avión se perdió durante
el vuelo sobre el océano.
Novela policíaca, novela negra,
posmoderna con una clara “autoconciencia narrativa”, pues desde el primer
capítulo nos cuenta el narrador-detective que escribe el relato que leemos en
el cual, vigila a un escritor que está adelantando una novela sobre un tema que
no debe ponerse ante el público, y él, debe garantizar que no suceda. Sumado a
esto hay dentro de esta novela elementos de una “crítica” a “La Vorágine”, realizada
por un analista norteamericano cuyos comentarios van entre comillas, sugiriendo
su actitud machista, el doble trasfondo de pecado y redención de la mujer para
el hombre, etc. Aquí se percibe una clara trasgresión del tiempo y al igual, la
novela cuenta su método de escritura, sus intentos y fallas, rasgos de posmodernidad
maravillosa, que aplaudo, por ser como he dicho, continuar en la tarea de
construir literatura.
Múltiples acontecimientos
suceden, dificultades una tras otra y aventuras con mujeres reales e
imaginarias entre sueños y suplantaciones: aparece una mujer rubia de vestido
negro que le aborda sorpresivamente su intimidad, aparece la profesora de
inglés que se enamora, pasando por el
doble de Lupe Vélez, esa subyugante actriz mexicana que deslumbró en Hollywood y
en México, y que se suicida con anfetaminas, hasta el soñar con Alicia, ahora en
un texto escrito en Nueva York contando con
su propia voz, lo que no dijo en la “La Vorágine”. Alicia, dice
lo que opina de Arturo, sus sentimientos más propios de maternidad, le teme con
profunda visión de madre al grupo de “apestados”, etc. Es decir, esta novela
continúa en alguna forma la de Rivera.
El desenlace, si existe, el final
de la “La Vorágine”, si existe, son responsabilidad del lector. Se trata
aquí de un lector cómplice, capaz de jugar en un espacio entre una selva
imaginaria, que se construye con imágenes y personajes reales y de ficción, a
medida que se avanza.
Por eso invito a leerla, sabiendo
que hoy es de difícil consecución y que requiere, no lo dudo, de editores más
amplios, que la publiquen nuevamente si deseamos recoger aspectos literarios,
impactos y consecuencias de una de las obras más importantes de la literatura
colombiana del siglo XX como es la de Rivera.
(1)
En
la primera edición de la “La vorágine” aparece una fotografía del autor
en la cual se afirma que es Arturo Cova, iniciando así ese rosario de
suplantaciones.
(2)
El
23 de noviembre de 1928, después de despedir en el aeropuerto al piloto Méndez
Rey que viajaba a Colombia, Rivera cayó enfermo y, debido a la gravedad de su
estado, días después, el 27 de noviembre, fue llevado al New York Policlinic Hospital en estado casi comatoso, con convulsiones y síntomas de hemiplejia. El 1.º de diciembre falleció a las 12:50. De las causas de
su muerte no hay certeza, pero se ha concluido que lo más probable es que haya
padecido de malaria cerebral, adquirida durante sus
días en la selva, toda vez que antes ya había sufrido varios episodios por esa
causa. (se dice en internet)
(C. Torres, diciembre 29 de 2024)
Es una gran novela. La estudié para mi tesis de maestría sobte metacicción posmoderna, publicada en 1994 . Este un de los apartados (https://jaimealejandro.com/obra_digital/ensayo/novela_colombiana/contenido/bibliograf/jar_metaficcion/003.html(
ResponderEliminarDe otro lado, y debido sobretodo a la ausencia de un narrador potencialmente omnisciente (a diferencia de La muerte de Alec donde todos los hechos confluyen gracias a una conciencia que los percibe y los relaciona), el lector de La otra selva se ve enfrentado a la necesidad de hacer "confluir" los tres puntos de vista que continuamente se alternan (la primera persona para ese narrador-espía que podríamos llamar principal y que escribe su "versión de los hechos"; la segunda para Miss Claire Weingest, la traductora de Rivera, quien recupera, a través de la escritura, su historia de amor con el poeta; la tercera para la narración de los días de Rivera en Nueva York) y la voz de Alicia (uno de los personajes de la Vorágine), que en los capítulos 16, 23 y 30 surge aparentemente sin ninguna conexión.
A esa alternancia de puntos de vista, a esa falta de solidaridad entre perspectivas, a ese manejo de líneas de equivalencia y a la presencia central de lo escrito, se suman otras estrategias que pueden identificarse como rasgos del proyecto metaficcional en La otra selva: la descripción del proceso constructivo de la supuesta novela de Rivera (caps.13 y 26), y sobre todo los planteamientos de una transcreación:
Creí llegar a conocerlo demasiado bien. Tan bien que muchas veces logré prever sus .actos. Y leer sus más escondidos deseos. Tan bien que las cosas que escribí en su nombre para satisfacer los deseos de mis patrones (les dije que cada hoja que robaba a la novela del poeta era reemplazada por otra con los mismos personajes, pero narrando otros hechos) eran casi indistinguibles de lo que él mismo hubiera hecho. Así estuve a punto de salvarlo: dándole a sus perseguidores la novela que tanto temían (p.104 y 105).
Así como también la estrategia de la auto-deconstrucción:
El lector avisado podría suponer que Lesmes, el despreciable Lesmes. no es más que otra invención mía: así como me a atreví inventar trozos enteros de la novela que Rivera estaría escribiendo para poner en la picota a los pronombres de la patria, ¿no sería apenas lógico que creara personajes que sólo habrían existido en mi malsana imaginación ... ? (p. 114).