"La extracción de la piedra de la locura", el magistral guiño de Pizarnik.
He sostenido en otros comentarios
que la segunda etapa literaria de Alejandra Pizarnik parece terminar con la publicación
de su libro “La extracción de la piedra de la locura” 1966 en Editorial Suramericana (Edición dedicada a su madre).
Este sugestivo título proviene de
un cuadro de El Bosco, pintor neerlandés quién realizó esta obra en el año 1475
aproximadamente. Es una pintura en formato pequeño de su serie satírica, realizada sobre tabla de 48x35 cm que se encuentra en el museo
del Prado de Madrid.
En la antigüedad se creía que la
locura se ocasionaba por una piedra que se ubicaba en el lóbulo frontal y había
que sacarla para librar al paciente de tal necedad. Nótese que el cuadro de El
Bosco tiene la forma de un espejo donde vemos, a campo abierto, la extracción
de un objeto de la frente de un hombre maduro amarrado a una silla. El cirujano
lleva en la cabeza un embudo, símbolo de estupidez y lo que extrae es una flor
que semeja a un tulipán de los pantanos, mientras un fraile con un ánfora de
vino en la mano (insinúa un borracho) y una monja con un libro cerrado en la
cabeza, simbolizando su ignorancia, observan la estúpida operación en una
actitud de no importarles porque en esos años se ridiculizaba aquellas
creencias medievales.
Alejandra hace acopio de todo
esto y pone ese título a su libro. Contiene este unos textos poéticos por
excelencia como “cantora nocturna” cuyo epígrafe en alemán (Joe, mach
die Musik von dalmas nach…”), dice: “Joe, toca la música de esa noche”. Este es
el nombre de un disco en acetato de la cantante alemana Eva-María Heger
(1934-2022) quién rinde homenaje a poemas de Bertold Brech. Este poema de
Alejandra “cantora nocturna” comienza: “La que murió de su vestido azul
está cantando… adentro de su canción hay un vestido azul, hay un caballo
blanco… ella canta”, es obvio que es un homenaje a la cantante Eva-María Heger.
Alejandra la escuchaba frecuentemente.
A este texto continúa tal vez uno
de los poemas más bellos de Pizarnik: “vértigos o contemplación de algo que termina”: “Esta lila se
deshoja/ Desde sí misma cae/ y oculta su antigua sombra. /He de morir de cosas
así.” Y nos lleva luego a través de versos, como afloramientos, como recordando
que en ese proceso de extracción de la piedra de la locura del Bosco, surgen
tulipanes, así… como los versos suyos:
“De música la
lluvia”
“Ayúdame a no
pedir ayuda”
“Haz que no
muera/ sin volver a verte”
“No me hables
del sol porque me moriría. Llévame como a una princesita ciega, como cuando
lenta y cuidadosamente se hace el otoño en el jardín”
No puedo dejar
de recordar que está dedicado a su madre (Rejzla), y que en el cuadro de El
Bosco hay una mujer y el libro cerrado sobre su cabeza y menos, no decir que en
la parte inferior del cuadro el pintor escribió: “Meester snyt die Keye ras,
myne name is lubbert das” (Maestro, extráigame la piedra, mi nombre es Lubber
Das); este tal Lubber era un personaje de ficción de la literatura satírica
holandesa de aquella época, es decir, Alejandra grita: extráeme esa roca que
temo, en su lugar surgirán estos versos.
Alejandra ratifica en el acápite “extracción de la piedra de la locura” (sección que titula el libro) que en su escritura, en la cual oculta los miedos que le cubren, sus fracturas surgen como verdades diáfanas, no vistas de tanta oscuridad.
En “El sueño de la muerte o el lugar de los cuerpos poéticos”, la niña entra, al son de un laúd, en una vieja taberna donde había un payaso, y él, le dice al oírla cantar una vieja tonada provenzal: “tus poemas dicen la justa verdad”. (1)
(1) Pizarnik Alejandra. “poesía
completa”. Lumen, 2012, pág. 256
Carlos Luis
torres, noviembre de 2024
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