La aventura y la barbarie de la conquista a través de tres novelas de William Ospina.
Por: Carlos Luis Torres G.
Este 12 de octubre se cumplieron 532
años de la llegada de los españoles a las islas del Caribe Americano. Mucho se
ha dicho-escrito sobre el tema, desde la transcripción de crónicas, versos,
prosas de la época, textos históricos, análisis críticos, novelas y versos
contemporáneos, a lo largo y ancho de Latinoamérica.
También se han realizado
compilaciones de relatos, reescrito leyendas, identificado deidades y
especialmente en México los textos sobre el tema llenan cientos de anaqueles.
La búsqueda de la identidad de un pueblo y más de un continente es un tema
inagotable y decir sobre él hoy, suena de una importancia mayor, pues conceptos
como verdad, justicia, compensación, reconocimiento, conforman un campo de preocupación
social y política, como nunca antes.
En Colombia son varios los novelistas
que han abordado en tema desde diversos puntos de vista: novelas que se narran
antes de la llegada de los españoles como “El gran jaguar” de Bernardo
Valderrama Andrade y la reciente novela “Farsante Americano” de Álvaro
Hernández V.”. La primera novela importante de la conquista se llama “Yngermina
o la hija de Calamar” de Juan José Nieto Gil publicada en 1844 y luego
Felipe Pérez Manosalva ("Huayna Capac" y "Atahuallpa",
en 1856, así como "Los Pizarros" en 1857). Siguieron muchas, “Barco
a la vista” de C. Torres, “Tríptico de la infamia” de Pablo Montoya,
entre otras, tocan aspectos que recuerdan la llegada de los españoles. (1)
Dentro de este abanico de textos,
existen tres novelas escritas por William Ospina: “Ursúa” 2005, “El
país de la canela” 2012 y luego “La serpiente sin ojos”, que tal vez
conforman el corpus de ficción más extenso escrito en el país sobre el tema que
hemos llamado “conquista” y que en realidad fue el exterminio de los nativos,
la aniquilación de su cultura y el saqueo de sus pertenencias materiales y
espirituales. Entre los aspectos valiosos, además de su gran documentación
histórica y geográfica, está su maestría narrativa, que hace de las tres una
aventura emocionante y poética, un descenso a los acontecimientos donde admite
la reflexión sobre lo ocurrido en ambos lados que se enfrentaron en
desigualdad, en una época donde no estaba permitido todo, pero sí el desborde
del desenfreno de la avaricia y la sinrazón humana.
Las novelas son narradas por un
mismo personaje que habla en primera persona y quién es amigo y compañero
cercano a Ursúa. Este narrador (contador de historias) cuyo nombre no aparece
sino en una sola oportunidad, cruza los tres textos: es un mestizo (padre
español y madre indígena caribeña), nace en La Española, conoce, estudia y combate
en Europa, y vine a América a participar en la “conquista” desarrollando
diferentes actividades, pero ante todo, se convierte en casi un asistente y
amigo de Ursúa. La condición de mestizo le permite narrar con cercanía muchas atrocidades,
los sufrimientos y la situación de esclavitud de los indígenas y las negritudes
ocurridas en los primeros sesenta años posteriores al arribo de Colón. Así
mismo narra con suficiencia la condición europea de los colonizadores, su
situación política y económica, la importancia de su cultura en el conocido
mundo occidental y hace referencias del pensamiento en los campos religioso,
filosófico, monárquico y cultural.
Obviamente sin pretender señalar
al narrador como el “alter-ego” del escritor, si le brinda la oportunidad para hablar
de “La divina comedia” de Dante, por ejemplo, y en una serie de páginas,
al final de “La serpiente sin ojos”, el autor cierra la novela en una
exposición excelente sobre la distancia del hombre y la naturaleza, sobre el
desprecio de los españoles con nuestros dioses, para señalar el saqueo y la
complacencia de la iglesia, y da por terminada la novela con una nota en la
cual habla el autor, y nos relata el cambio que hizo en sus hábitos la
escritura de la novela, las investigaciones, los viajes, estudios y lecturas
realizadas. Lo que deseo afirmar es que este personaje mestizo intradiegético,
cercano a los ojos de los lectores, muta hasta mostrarnos explícitamente el
pensamiento del autor en esta gesta trágica para el pueblo americano, que fue
la llamada conquista española.
El mismo W. Ospina dijo que esta
trilogía, escrita a lo largo de veinte años, es en “Ursúa” una historia
de guerras, en la segunda, una novela de aventuras y en la tercera una historia
de amor. Esto es cierto pero creo que las tres son una excusa para hablar de la
naturaleza y de lo telúrico, aspecto que al autor siempre le ha apasionado, y
pienso en este momento en: “El año del verano que nunca llegó” y en “Guayacanal”
(novelas posteriores), pero esta trilogía de la que hablamos, es un
homenaje al río Amazonas, al poder de esa gigantesca serpiente sin ojos que se
desliza desde el lado oriental de las montañas andinas y conforma el caudal más
grande y más largo del planeta.
La novela narra no sólo la muerte
de Ursúa (2) sino además
el segmento conocido de la vida del “loco Lope de Aguirre”, quién lidera una
insurrección y se declara en contra de la corona española, nombra nuevo
soberano en medio del lugar más remoto posible, el río Amazonas en el año 1560.
Nadie ha podido representar mejor este momento que Werner Herzog en la película
“Aguirre, la ira de dios” pues la versión de este es muy cercana a los
acontecimientos descritos en la novela de Ospina. En la cinta de Herzog se
muestra perfectamente con lentitud, la brutalidad que sólo un demente puede
concebir, al asesinar a todos los hombres de la expedición que han quedado
después de casi un año de penurias sobre la superficie del río.
Hoy que hemos convertido la selva
y el río Amazonas en un problema ambiental y que por estos meses de agosto y
septiembre del 2024, su caudal ha descendido en un 60-70% en algunos lugares,
recurrir a la lectura de “El país de la canela” y “La serpiente sin
ojos”, es comparar lo que hemos perdido a causa de la explotación
indiscriminada de nuestros recursos. Quiero ver en las tres novelas la
oportunidad para una reflexión sobre lo que fuimos y nos arrebataron, o cómo
desbaratamos lo poco que nos dejaron.
La novela “Ursúa” es
definitivamente un recuento de las batallas del protagonista. Permite no sólo narrar
la atrocidad y lo salvaje de la conquista, sino entrever los claros intereses e
hipocresías de la corona española respecto al saqueo del oro y la plata. Aunque,
la novela intenta, en varias oportunidades, echarles la culpa a los individuos
conquistadores (aventureros, expresidiarios, ilustres, poetas, avaros,
buscadores de fama y fortuna) y no a la corona, pues el pensar del narrador dice
que la crueldad era de aquellos “conquistadores” muy a pesar de los múltiples
esfuerzos de los reyes enviando jueces, aclaradores, clérigos para que
disminuyeran el derramamiento de sangre. Aspecto en el cual no estoy de acuerdo
con el autor, aunque muestre, en la novela, que a los crueles conquistadores
los juzgan en las cortes de España porque no le entregaron a la corona lo
hurtado, y no por sus asesinatos y crueldades cometidas en el nuevo reino.
Aspectos que se suman, en la
novela, a la recuperación de elementos míticos de los nativos, proporcionando
ejemplos numerosos sobre la existencia de una saga Mitológica de dioses y
hombres que se perdió debido a la forma de la conquista, y que apenas hoy hemos
iniciado esfuerzos en esta maravillosa recuperación de la descripción de un
imaginario “dios-naturaleza” que habíamos construido. Pongo al final de esta
nota una de las descripciones extraordinarias sobre “Bachué”, la madre del
mundo, que salió de la laguna para poblar la tierra. (3)
“El país de la canela”, novela
poética, escrita en el placer con la naturaleza, narrada por el mismo hombre
mestizo que habla desde el hombro de Ursúa y por ello lo sentimos cercano,
aunque se mueve en el terreno de los conquistadores, pero le es posible
entender el intenso sufrimiento de los indígenas esclavos y el ultraje a la
dignidad, vida y cultura de los caciques soberanos de estas tierras.
Esta novela es sobre la
expedición del horror… la de encontrar el país de la canela. Después del oro
siguieron las especies y la idea de encontrar bosques enteros de canela,
promueve la aventura a la selva por entre los ríos con centenares de esclavos
negros, miles de indígenas, varias centenas de españoles y el más grande horror
es esa carnicería de los cientos de perros devorando vivos a un millar de
indios. Luego, el hambre hace pensar en comerse a los perros y uno de los
españoles grita que es imposible pues “los indios están en los perros”, no
podemos comerlos porque han comido carne humana, grita.
Esta extensa novela, a veces
diría que en demasía, relata con belleza una imagen puntual, una experiencia
personal del autor cuando, navegando por el Amazonas, observa un ejemplo del mundo
bucólico que teníamos en lo prehispánico, cuando ve una canoa repleta de niños
que juegan con los animales de igual a igual: uno con una tortuga, otro con una
serpiente enredada en la cintura, con papagayos, monos perezosos, peces que se
acercan… en definitiva un cuento infantil necesario, después de tanto(pág.
198).
Al final de la novela “El país de la canela”, luego
de la tragedia, se hace un recuento de la realidad de Europa en la época de la
corona de Carlos V, las guerras del imperio y los dineros que se requerían para
sostenerlas. Dice el narrador que los dineros de las Indias solo eran
paliativos para las necesidades de la corona. La venta del Milanado al papa fue
por la necesidad de gran cantidad de dinero para continuar las guerras. Señala
el narrador que los problemas de las Indias eran un dolor de cabeza para el
emperador.
Mientras que el final de “La serpiente sin ojos” como lo señalé, es un repensar el encuentro con lo natural, donde se hace una reflexión sobre la actitud occidental de dominar la naturaleza y permite el espacio para que lo prehispánico pueda tener una posibilidad de ser admirado. “Quienes somos, reflexiona, sino unos seres incapaces de estar de verdad en el mundo porque en todo encontramos peligro, porque todo amenaza, porque en nuestro recelo los ríos ahogan y las serpientes estrangulan, la avispa inyecta fuego y la mariposa nombra la muerte…”, reflexiona.
Siempre es oportuno aprovechar fechas importantes para acercarnos a la literatura. Este breve texto apunta a mi experiencia de lector de novelas y poesía y recomiendo releer con agudeza y placer estos textos muy actuales, ahora que hemos continuado y permitido la explotación de la riqueza natural y cultural del continente.
La trilogía de Ospina es solo una excusa para leer las demás novelas sobre el tema. También otras que hemos dejado a un lado, como son los relatos escritos por indígenas actuales, quienes están poniendo al día sus sentimientos expuestos a la explotación y el ultraje de todos estos siglos. Un ensayo sobre tres escritoras Wayúu, pongo de referencia al darme cuenta que debo utilizar estas notas como punto inicial para un trabajo cuidadoso que hasta ahora comienza. (4)
Notas:
(1) “El gran jaguar”, novela que narra una historia de amor de dos jóvenes Kogui antes de la llegada de Colón; es una novela sobre la guerra entre las diferentes tribus, cruzada con lecciones de astronomía, medicina, mitos de dioses y arquitectura, y predicción de la llegada de los blancos. El “Farsante Americano”, narra el viaje tras sus fronteras y hacia el sur de un joven nativo Muisca antes de la llegada de los españoles. “Yngermina o la hija de Calamar” es la historia de amor de dos hermanos de crianza Yngermina y Catarpa. Esta unión se interrumpe con la conquista española, y la llegada del conquistador Alonso de Heredia, hermano menor de Pedro de Heredia. Cuando Alonso conoce a Yngermina queda cautivado por su belleza desde el primer momento. Comienza a surgir entre los indígenas una división entre aquellos que se someten y los que se revelan guiados por la muchacha. “Tríptico de la infamia”, de Pablo Montoya, tres artistas-dibujantes-cartógrafo del siglo XVI vienen al Caribe a pintar y se sorprenden cada uno de la exuberancia del nuevo mundo y con su trabajo denuncian las atrocidades e injusticias cometidas por los europeos, son cada uno testigos y víctimas de las grandezas e iniquidades de su tiempo (ganadora del premio Rómulo gallegos 2015). “Barco a la vista” una historia de amor en el siglo XX permite que entre sus fisuras se penetre la llegada de Colón y específicamente los viajes y muerte de Rodrigo de Bastidas.
En el ámbito Iberoamericano, en el final del siglo XX y comienzos del XXI se han publicado numerosas novelas sobre tema de la conquistan entre ellas: Gran parte de la obra novelística de Carlos Fuentes hace referencia a estos tiempos; “La malinche” de Laura Esquivel; Isabel Allende “Inés del alma mía”; Arturo Pérez-Reverte “Ojos azules”; Edward Rosset “El capitán Olano”; Jordi Diez Rojas “Anaconda”; Luis García Jambrina “El manuscrito de aire”; Gary Jennings “azteca”; David W. Sánchez Fabra “Los hijos del hierro y del fuego”; Hugh Thomas “Yo, Moctezuma”; etc, etc, etc.
(2) A la muerte cruenta y brutal de Ursúa sigue la descripción de su entierro y este se describe con una mágica poesía: “Al día siguiente el entierro de Ursúa en la selva, a la orilla del río, en la región embrujada de Machifaro, con Inés sollozando entre el abrazo de las mujeres, huérfana y viuda otra vez pero ahora despojada de riqueza y haciendas, un eclipse de luna por estanques de fiebre, fue el desfile más triste. No hubo féretro ni honor ni ceremonia. Bajo rezos susurrados su cuerpo entró en la selva para volverse musgo y agua, y el alma no encontró ángeles entre los árboles gigantes sino alas de guacamayas, silbos de pájaros”, pág. 278
(3) “Los nativos saben que la meseta fue hace mucho tiempo
una enorme laguna, una copa ofrecida en lo alto al dios que no puede mirarse.
Conocen los relatos de los tiempos primeros, cuando la tiniebla que cubría el
mundo se fragmentó en grandes pájaros negros de cuyos picos brotaba la luz.
Saben cómo Bachué, la madre del mundo, salió con su hijo de la laguna, y
recorrió con él campos sin nadie, y tiempo después se apareó con el muchacho
para poblar la tierra. Saben cómo esos padres incestuosos al final se cambiaron
en serpientes y se perdieron otra vez en el agua. Y saben que en otras edades,
cuando había venados gigantes, el viejo de cuya cara brotaba lana blanca,
Bochica, vino de tierras desconocidas, enseñó los secretos de hilvanar el oro y
moldear la arcilla expresiva, y en un día terrible hizo que se abrieran los
peñascos y vació hacia el oeste por el torrente del Tequendama todo el mar
dulce de la laguna. Cada uno de ellos lleva como un recuerdo personal esa
avalancha que bajó entre espumas de fango y nieblas en iris, con el temblor de
un racimo de truenos, a sumarse al caudal del río Yuma, el río grande de la
Magdalena, que viene del sur desde el comienzo, con su pueblo de bagres
barbados y de “capaces” incontables. Y saben que fue así como el lecho de la
laguna, secado por el dios, se convirtió en el campo de maizales que gobernaron
los Zipas arrogantes y los Zaques ceremoniosos”. “Ursúa”. Alfaguara,
2005, pág. 141.
(4) Cubillos Acosta, Vivian Rocío (2024, agosto). Literatura indígena colombiana contemporánea: Una apuesta necesaria en el plan lector de nuestros estudiantes. Nuevo Mundo.
https://colposgrado.edu.mx/download/rnm4/, Pág. 64-63
Carlos Luis Torres
Gutiérrez, escritor
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