Sobre dictaduras municipales.
Por: Carlos Luis torres G., escritor.
“Crímenes de provincia”, la
novela del escritor colombiano Pedro Badrán (1), publicada en el 2022 por Random House Mondadori,
acaba de ser traducida al alemán y puesta en las librerías de lengua germánica
junto a otras dos obras suyas (2).
Es motivo de alegría, por ser este un texto cuidadoso y certero, donde la trama
alrededor de un crimen permite describir los recovecos de la salvaje guerra que
ha atravesado este país desde hace varias décadas. La novela garantiza el
abordaje a buena parte de la cultura de nuestros poblados caribeños y se suma,
en primera línea, a la aparición en los últimos años de una serie de novelas
nacionales que abordan desde la literatura, el conflicto y sus dimensiones
personales y colectivas.
Desde su inicio sabemos que se
trata de la escritura del texto que leemos. Esta “autoconciencia narrativa” en
primera persona, es la estrategia que permite el tono mesurado, preciso,
adentrándose paso a paso en la realidad y verdad del asesinato, a pleno sol
ardiente, del médico Horacio Maldonado. Con la habilidosa mirada de un detective,
su amigo de infancia y profesión, decide aclarar la razón de la muerte, y de paso,
se tropieza con detalles ocultos de su vida e identifica sentimientos
desconocidos que le llevan al otro propósito de la historia narrada: la
búsqueda del padre.
Dije que la novela seduce desde
la primera página, pues allí aborda muchos de los elementos que ocurrirán en
las siguientes, y los desarrolla a través de recuerdos, reflexiones, preguntas,
deducciones y viajes, al seguir las pistas que den razón de esa muerte.
¿Quién lo mandó matar? Esa
pregunta cruza cada página, aparece como puntada de bordado, una tras otra,
grafía tras grafía, supuestos tras razones posibles, recuerdos de infancia,
amores cruzados, correcciones al texto que leemos, lo que permite al autor
construir la psicología y forma de los personajes y sus caras ocultas.
Es en la provincia donde el
senador Maldonado, padre del médico asesinado, ejerce su poder, sus intrigas, donde
gobierna a través de miradas o mensajes con intermediarios, donde efectúa actos
corruptos, otorgamiento de puestos, gabelas, coimas, y donde es imposible actuar
y pensar sin su consentimiento. El senador Maldonado controla todos los hilos,
todas las vidas, todas las muertes de ese remoto pueblo que se denomina con la
sencillez de clave literaria “Puerto E”.
La novela amarra muy bien los
cabos sueltos. Toda la narración está calculada con la estructura de “novela criminal” (3). No es el crimen o la
búsqueda de la verdad la razón de esta, es la excusa para hablar de un
escenario social donde su entrecruce es la novela que leemos, y aquí además participamos
en la escritura de la misma. No se dice todo, …la ambigüedad aparente se
completa páginas adelante o al contrario, o no se completa.
Dije que la novela es una
indagación sobre la razón y la autoría de la muerte del Dr. Horacio Maldonado.
Esta pesquisa la realiza su mejor amigo, Rodolfo Cuesta (narrador de la misma),
pero a medida que se avanza en su lectura, se percibe que el relato se
transforma en la búsqueda del padre del narrador. Esta tarea, que han
emprendido muchos escritores latinoamericanos, aquí se realiza con pulcritud
literaria, pues aquel, el padre buscado, hace muchos años ha muerto y su
aparición en la novela, es tan fugaz, tan el recuerdo, pero sí marginal e
insurrecta.
El narrador en primera persona esculca
en los recodos de sus indagaciones, pero además a través de sus ojos caminamos
por calles polvorientas en medio de las amenazas de paramilitares, cuerpos
arrojados a la ciénaga, noches oscuras y silenciosas, y el actuar de la
guerrilla tras los Montes de María, que tradicionalmente han sido lugar asentamientos
de diferentes grupos guerrilleros y, en medio de la amenaza y la zozobra, un
pequeño rayo de erotismo surge sobre un cuerpo femenino, e ilumina.
En la segunda mitad de la novela
el lector está sumergido en el interior de la provincia y su violencia: pueblos
lejanos, amenazas, volantes anunciando que no se puede salir de las viviendas;
el río que limita, casas de ladrillo, la ausencia de agua y hospital, la
miserable escuela, los cadáveres bajando con gallinazo, la playa del río con
las barcas, la sensualidad silvestre, las frases cortas. Pero no hay
costumbrismos aquí, está escrita sin pensar ser local, logro que hace que su
lectura ruede, se lleve fácil. A excepción de particularidades, como el nombre
de algunas frutas, lugares o expresiones sencillas y rítmicas, que se dejan ser,
por sí solas.
Son dos hombres instruidos que
nacieron en provincia. Su mirada está al mismo nivel que los ojos de sus
habitantes y sus costumbres; por eso la novela juega conscientemente con el
entrecruce de historias y nudos de telenovela, y se recrea en ello al lograr
con astucia que la realidad se parezca a esa historia televisada de la novela
de las tres de la tarde que mira con emoción Doña Eufemia. Esa serie de
coincidencias forzadas, aparece aquí de forma consciente y el autor lo hace con
el propósito cuidadoso de jugar en esa franja criminal-comedia, que permite, entre
la autoconciencia de la escritura surgir el Diario de Horacio, que leemos e
indagamos sus secretos, muy íntimos (Puerto Escondido, pienso)
Para respaldarlo, el escritor lo
señala: “… pero me gusta el ritmo provinciano de estas páginas, lento respirar
de tardes largas y veraneras. Así soy. A veces.” (pág. 135)
Sus últimos capítulos nos llevan
al país rural actual: Fosas comunes, hornos crematorios, cadáveres sobre el río,
enfrentamientos de grupos armados, ganaderos financiando paramilitares,
corrupción, ocultamientos, desapariciones. La violencia del país, novela
imposible de soltar pues está escrita en la línea de fuego, lo dice
explícitamente el narrador: “Su cuerpo quedó tendido a pocas cuadras del lugar
donde escribo estas páginas. Y no me olvido de aquella fecha.”
Novela actual, escenario de
provincia, con un lenguaje sencillo y preciso, sin bamboleo, mejor, repasando lo
acontecido para encontrar una luz que permita continuar, escarbar en el
sustrato de los recuerdos un dato que explique y permita poner con tranquilidad
una flor sobre aquellas tumbas masculinas.
Pedro Badrán escribió una novela
que pone una señal clara en el camino de la literatura colombiana y que su
lectura deja un silencio de abismo, que invita a su segunda mirada.
(1)
Badrán,
Pedro. “Crímenes de Provincia”, Random House Mondadori. Bogotá, agosto de 2022.
(2)
“El
hombre de la cámara mágica”, novela y “Margarita entre los cerdos”
cuentos-novela.
(3)
Pedro
Badrán, desde lo académico y sus textos de ficción, ha realizado una
diferenciación entre “novela policiaca” y “novela criminal”. En el primer caso
el asesinato y la verdad son la razón de la misma, en el segundo lo importante
es el escenario en el cual se desarrolla.
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